La calle es un espacio urbano lineal que permite la circulación de personas; todos, sin darnos cuenta habitamos en ella. Desfiles, entierros, árboles, cines, lágrimas y caricias; la calle nos acompaña y observa. Nunca nos deja, siempre nos espera.
Aquí un poema de un habitante simpático escrito por Ernestina de Champourcin
Cruzó el perro la calle.
Era el perrillo aquel de las migajas,
el que espera debajo de la mesa,
el que no tiene nombre
y al que si se extravía
no lo reclama nadie.
Y era el único ser
en tarde de domingo.
-Allá enfrente la ausencia
de ese árbol que daba su verdor
en un sitio imposible.
Y el perro por la acera
seguro y solitario.
¿A dónde iría hoy
en esta hora muerta
sin coches ni autobuses,
con un pasito breve,
voluntarioso, firme?
Una mano invisible
le alisa la pelambre.
Y es que algo parecido anda Chumbulùm, el french que cuida la carpinterìa de la 5a
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